José de camino a su cultivo de cacao, Tumaco, Colombia. Photo by Diego Lagos/El Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria

Este año, el país conmemora los cinco años de la firma del Acuerdo de Paz entre el estado colombiano y las FARC. Son casi cinco años también los que llevan esperando las familias inscritas al PNIS (el programa de sustitución derivado del Acuerdo de Paz) a que el Estado les cumpla lo que les prometió luego de que arrancaran voluntariamente sus matas de coca. Este sistemático incumplimiento ha sido retratado ya en diversos informes, incluidos algunos reportes del Observatorio de Tierras ( PNIS en TerrenoErradicación una política que mata).

Con este especial, queremos ir más allá de los datos y cifras del incumplimiento, que por supuesto son necesarios para el debate público y político sobre la paz (ver reciente informe del Observatorio del PNIS), y resaltar la experiencia personal de las y los “sustituidos”, aquellas personas que creyeron en la paz, que dejaron sus cultivos ilícitos y que hoy en día padecen el incumplimiento del Estado. Narrar estas historias tiene varios propósitos. En primer lugar, denunciar la falta de compromiso del estado frente al PNIS. En sus relatos, las personas reclaman que “han sido engañados por el estado”. En segundo lugar, evidenciar los costos del incumplimiento. La precaria implementación del PNIS ha reanudado la desconfianza de estas familias hacia el estado. Por último, y contradictoriamente, estas historias nos muestran la voluntad y el compromiso con la sustitución que siguen teniendo las familias inscritas al PNIS. Los y las protagonistas de nuestras historias anhelan un futuro lejos de los cultivos ilícitos, tienen una voluntad real de salir de la economía ilegal siempre y cuando el estado ofrezca alternativas efectivas y sustentables.